jueves, 8 de junio de 2017

NARRATIVA CUZQUEÑA COPÉ

Un enfoque preliminar de 1979 hasta el presente

Mario Ramos Tacca

El Premio Copé de Cuento de la Corporación Petróleos del Perú, es sin lugar a dudas, el certamen literario más codiciado de los últimos tiempos. Desde que en 1979 viera la luz su primera convocatoria, no ha dejado de atraer la atención de cientos y cientos de escritores que gracias a su participación en las diferentes convocatorias, han desfilado por la palestra de la consagración ocupando, desde entonces, lugares privilegiados dentro de la narrativa peruana e hispanoamericana.

La sobresaliente presencia de literatos cuzqueños heredera de una larga tradición de escritores encumbrados como Garcilaso de la Vega, Narciso Aréstegui, Clorinda Matto y muchos otros, se hizo notar desde un principio. Concebida como Bienal de Cuento, el Premio Copé, tiene entre sus primeros galardonados a un cuzqueño que hizo la proeza de hacerse del primer lugar en 1979. Estamos hablando de Washington Delgado (Cusco, 1927) quien obtuvo el Copé de Oro con el cuento “La muerte del doctor Octavio Aguilar” una historia de desavenencias transcurrida entre la vida y la muerte que aquejan a un añejo catedrático de literatura en los claustros de una universidad capitalina.

Desde entonces, han transcurrido diecinueve convocatorias y el proceso evolutivo de las letras cuzqueñas siguió su cauce y se puso de manifiesto a través de narradores que pertenecen a distintas generaciones que haciendo gala de su magistral creatividad y técnica para el cuento, ocuparon expectantes lugares en las diferentes bienales. Así, el admirable talento de Enrique Rosas Paravicino (Ocongate, Cusco, 1948) queda consolida en 1985 y se da a conocer dentro de los escritores nacionales con “Al filo del rayo” relato cuyo contenido aborda la problemática político social desatada por el grupo Sendero Luminoso en la zona andina de Urcos. Con esta historia, Rosas, logra ubicarse como uno de los finalistas de la Cuarta Bienal del Premio Copé y, posteriormente, hace lo mismo en las bienales de 1987 y 1998.

Luego de un silencio catártico, otra oleada de narradores cuzqueños se posiciona, nuevamente, en los peldaños más expectantes del concurso. En 1992, aparece la vigorosa pluma de Luis Nieto Degregori (Cusco, 1955), quien con una narración de corte histórico basado en la vida de Mariano Túpac Amaru: “María Nieves” se consagra con el Copé de Oro de la VII Bienal del mencionado premio. La siguiente convocatoria, el Copé de Plata de la VIII Bienal de 1994, queda reservado para Jaime Pantigozo Montes (Cusco, 1946), quien logra ubicarse en el segundo lugar con “El canto del tuco” cuento que refleja los conflictos sociales que azotaron el sur del país allá por la década del 90. Del mismo modo, en la bienal de 1996, Ángel Avendaño Farfán (Cusco, 1937), repite el Copé de Plata con la narración “Libreta de campo”.

En la XII Bienal de Cuento 2002, Pedro Ugarte Valdivia (Cusco, 1951) y Jaime Pantigozo Montes, logran ubicarse como finalista con las narraciones “El lienzo”, historia de experimentación fantástica sobre las visiones oníricas de un personaje retratado en un lienzo y “El día de la madre” narración surrealista de corte autobiográfico que muestra el monólogo del protagonista contada con una técnica renovada dentro de los cánones de la moderna narrativa urbana.

La XIV Bienal de Cuento “Premio Copé 2006” trae las voces altisonantes de una nueva generación de narradores cuzqueños que incursionan con fuerza telúrica en el panorama literario internacional. Gabriela Caballero (Cusco, 1977) y Arturo Mosqueira (Cusco, 1975) se ubican como los mejores finalistas del certamen de ese año, con los cuentos: “La metamorfosis de Alejandra” narración de corte psicológico en el que la esquizofrenia de una muchacha, transforma su conducta cada vez que embiste la crisis y “La parte más débil de la cuerda” relatando las experiencias y los prejuicios de los migrantes provincianos en la ciudad capital.

A partir de los siguientes años, la XV Bienal del Premio Copé experimenta cambios y ampliaciones en su organización. Aparece, esta vez, con el rótulo de “Premio Copé Internacional 2008” en el que emerge, nuevamente, la presencia cuzqueña con Pedro Ugarte Valdivia, quien se consagra con el Premio Copé de Oro por el cuento “Relámpago inmóvil” narración basada en acontecimientos de corte fantástico en el que se entrecruzan elementos narrativos de lo real y maravilloso.

Posteriormente, Ediciones Copé entrega una importante antología denominada “El cuento peruano 1990 – 2000” en la que aparecen nombres muy destacados de las letras cuzqueñas, aunque no, necesariamente, finalistas ni ganadores de los diferentes certámenes de la Bienal de Cuento. En su contenido, la Sección I, dedicada a la Etnoliteratura y Tradición Oral, nos ofrece el trabajo de Carmen Escalante y Ricardo Valderrama, quienes participan con la narración “El zorro, hijo de Dios” extraído de la tradición oral andina. Luego, aparece Juan Alberto Osorio (Sicuani, Cusco, 1945) con el cuento “El júbilo de las sombras” historia alegórica sobre un vendedor de libros, revistas y periódicos que lucha incansablemente contra la sombra voraz que pretende desterrar al custodio de la memoria hacia mundos desconocidos.

Incidiendo en las voces consagradas de Enrique Rosas Paravicino con “Noticias de un duelo” y Luis Nieto Degregori con “María Nieves”; también, tiene una mención especial la escritura de Mario Guevara Paredes (Cusco, 1956) quien es antologado con el cuento ya consagrado “Cazador de gringas”.

Como se puede observar, el prolífico caudal narrativo con que cuenta las letras cuzqueñas en la actualidad, es el antecedente de un riquísimo campo creativo heredado de los escritores clásicos que ubicaron el cuento cuzqueño en los pedestales más encumbrados de la literatura regional, nacional e internacional. Empero, quizá esto solo sea la consolidación de ese camino promisorio trazado por los antecesores a quienes aludimos en párrafos anteriores.

Finalmente, de acuerdo a la información que consultamos no pudimos hallar mayores datos sobre la participación de escritores cuzqueños en las últimas cuatro convocatorias de la Bienal de Cuento Copé. Sin embargo, queda pendiente la tarea de realizar mayores indagaciones al respecto como parte de un artículo más extenso y completo.

Referencias
Cox, M. R. (2004). Cincuenta años de narrativa andina. Desde los años 50 hasta el presente. Perú: Editorial San Marcos.
Ediciones Copé. (1994). María Nieves y los cuentos ganadores del Premio Copé 1992. Lima: PETROPERU S.A.
Ediciones Copé. (1995). Cuando las últimas luces se hayan apagado y los cuentos ganadores del Premio Copé 1994. Lima: PETROPERU S.A.
Ediciones Copé. (2001). El cuento peruano, 1990 – 2000. Lima: PETROPERU S.A.
Ediciones Copé. (2001). Lápices y los cuentos ganadores y finalistas de la XI Bienal de Cuento del “Premio Copé 2000”. Lima: PETROPERU S.A.
Ediciones Copé. (2005). Guitarra de Palisandro y los cuentos ganadores y finalistas de la XII Bienal de Cuento “Premio Copé 2002”. Lima: PETROPERU S.A.
Ediciones Copé. (2007). El mestizo de las Alpujarras y los cuentos ganadores y finalistas de la XVI Bienal de Cuento “Premio Copé 2006”. Lima: PETROPERU S.A.
Petróleos del Perú. (2017). Recuperado de: http://www2.petroperu.com.pe/gestioncultural/premio/premio-cope-2016/

Artículo publicado en el Suplemento Cultural "Inkari" del diario El Sol del Cusco, 2017.

viernes, 2 de junio de 2017

CANTAR DEL WAKACHUTA Y OTROS CUENTOS

Mario Ramos Tacca

Presentación de Cantar del Wakachuta y otros cuentos
1.    CONSIDERACIONES PREVIAS

Cantar del wakachuta y otros cuentos, es el título del reciente libro de Niel Palomino Gonzales, narrador apurimeño, representante de la nueva generación de escritores andinos del Sur del Perú. El autor, esta vez, reaparece con una entrega en el que los relatos contienen discursos creados por los demonios internos que habitan el complejo mundo narrativo del mismo. Desde esa óptica, podemos asegurar que dotado de una maestría poco convencional, Palomino, maneja con precisión los eventos y la naturaleza del tiempo aprendido en el universo andino, pues el libro reaparece justo en el mes en que la Pachamama vuelve para hacer notar su prodigiosa presencia entre nosotros. Es más, el libro encarna una epopeya rural contextualizada en los valles interandinos de Vilcabamba (Apurímac) espacio que, según el autor, es cuna de su origen.

Con el carácter de un libro que acaba de ser arrancado de las entrañas de la imprenta, el texto presenta un olor a tinta fresca y es que recientemente, la obra, fue reeditada en la ciudad de Arequipa y cuenta con un diseño atractivo que cumple con las exigencias de una edición seria que, además, viene acompañado por un breve comentario escrito por dos destacados escritores peruanos: Jorge Florez-Aybar y Alfredo Herrera.

Al realizar una lectura detenida del libro, uno se encuentra subsumido en un mundo fantástico en que lo real maravilloso, en la narración, cobra vida a través de la práctica de tradiciones extraordinarias de nuestra cultura ancestral reflejado en la vivencia cotidiana de los actantes que lleno de creencias y supersticiones idiosincrásicas se enfrentan a los complejos retos y problemas de un mundo que desafía con destinar al olvido toda una forma de vida, propia de los habitantes de los andes sureños y que Niel Palomino, muy bien, los recrea en las 106 páginas del texto.

2.    RESEÑAS

Los cinco cuentos narrados en un castellano andino, cuyo sustrato quechua nos recuerda la obra del gran escritor José María Arguedas, tiene en su esencia, el valor de la oralidad del discurso cotidiano del hablante bilingüe de nuestros tiempos. La estructura usa un conjunto de elementos estilístico-narrativos que claramente se divisa en el manejo del marco, la complicación, la resolución y la evaluación narrativas que es el reflejo de la pericia de un escritor que va posicionando su estilo dentro del complejo panorama de la  literatura actual.

En consecuencia, Cantar del wakachuta, es el primer cuento que aparece en la edición y, según avanzamos en su lectura, descubrimos los rasgos coincidentes entre narrador y protagonista, pues el narrador personaje (Filimón) parece ser el alter ego del autor, debido a las similitudes de lateralidad, pensamiento y el modus vivendi que los asemeja.

Por lo mismo, la trama argumental de la historia nos presenta a un personaje que habla y actúa en primera persona, matizando su discurso con una “jerga abigea” peculiar correspondiente al nivel coloquial del lenguaje, el cual, nos introduce en un mundo en el que un padre se empecina por inculcarle lecciones de vida a un hijo que puede ser catalogada  como una narración didáctica, por el hecho de que tanto padre e hijo persiguen un mismo propósito: enseñar y aprender las artes secretas del wakachuta.

En otro plano de la narración se puede apreciar el componente sociológico que refleja el enfrentamiento y la lucha de clases entre hacendados y comuneros. Y en un tono épico denuncian la travesía del pueblo oprimido. De modo que el protagonista, en un afán justiciero se obstina en perjudicar la condición acomodada de los hacendados y patrones de Siusa, Pucuta y T’aqata, arrebatándoles sus bienes más preciados: el ganado.

La parte final de la narración presenta dos hechos inesperados: una sorpresiva disputa amorosa entre padre e hijo por Paula, cuyo desenlace acaba en tragedia y desencadena otro que se verá revelado por el ficticio vínculo que mantenían ambos en un ambiente de sentimientos encontrados.

De otro lado, en Mery y yo, para siempre, el autor nos narra una tierna historia de idilios, travesuras y venganzas de un grupo de escolares que asisten a una misma institución educativa en Vilcabamba. En líneas generales, la trama del cuento se desarrolla con una mezcla de actos en que los alumnos del sexto grado de la I.E.P “Sagrado Corazón de Jesús” acometen en contra de sus compañeros y pobladores de la zona. Román, en primera persona, cuenta los sucesos acaecidos en el contexto escolar que junto a “El Peluco Trujillo” son protagonista y antagonista en la narración. Estos tejen las más audaces historias que atraen al lector por el tinte sarcástico con que el autor presenta el discurrir del relato. Pero, todo esto no estaría completo sin la presencia del maestro de escuela Vicente Pumacayo, que tampoco es ajeno a las travesuras del grupo y será víctima de las ocurrencias de estos escolares que encabezados por “El K’ullu”, Pedro Trujillo, hacen vivir en vilo a la comunidad educativa y a los pobladores de Vilcabamba. Empero, la trama toma su resolución más expectante cuando se entretejen los idilios entre compañeros de escuela.

Las disputas y las apuestas a ganador, los galanteos por Mery se dejan ver en su matiz más tierno. Pero se desencadenan en un final trágico cuando de pronto, Mery desaparece del pueblo y sorprende con su repentina muerte que sume, a los compañeros, en escenas de profundo dolor, en especial a Román y Pedro Trujillo.

La tercera historia La venganza de Aguacero quizá sea la que alcanza, según nuestro criterio, el más alto nivel de complejidad narrativo-discursiva en el texto. A través de las peripecias de un par de hermanitos campesinos: Anacu y Chini, el autor nos cuenta una historia llena de atrocidades, latrocinios y vandalismo gamonal cometidos en contra de una célula familiar asentada en las alturas de Luntumarka, Vilcabamba y que tienen como único sustento la crianza y el pastoreo de vacunos. Ciertos pasajes de la narración nos recuerdan las atrocidades y abusos cometidos por Alfonso Pereira, en contra de los campesinos de Cuchitambo en Huasipungo de Jorge Icaza. Sin embargo, lo real maravilloso en la historia se muestra con la actitud de indignación que asume un toro de nombre “Aguacero” quien toma venganza por la muerte de Chini, su pequeño custodio. Los enfrentamientos desencadenan finales nada alentadores para la magra condición de los actantes principales que en muchos casos son los más perjudicados. Pero, al final, renace la esperanza con la llegada de nuevos “aguaceros” que repoblarán la comarca y le devolverán la vida a los pobladores sumidos en el abandono y la pobreza extremas.

La cuarta historia es quizá la más sublevante de todas, pues en su estructura encontramos la muestra de una narración de corte metafórico y de denuncia social. La lucha de clases cobra un serio rol ideológico que subyace al discurso en la narración, pues en Operación hormiga, claramente, podemos percibir una trama confrontacional que en tono alegórico denuncia las pretensiones económicas de un grupo de hormigas invasoras y opresoras en territorios intangibles de Sisipampa.

A través de los trágicos enfrentamientos de un grupo de hormigas comuneras que luchan frente a las invasoras por defender su territorio, se pone de manifiesto la indignación de una clase social avasallada que se hace más evidente cuando atropellan sus derechos, sin la consulta previa. La problemática se agudiza cuando se implementa una política de explotación indiscriminada de recursos, lo que desata los conflictos sociales en defensa del territorio descrito y la incursión de capitales extranjeros que ingresan decididos a la explotación de la ansiada “raíz dorada”.

Finalmente, se denuncia los quinientos años de ocupación y explotación neocolonial de los recursos que muy bien podemos contrastarla con Redoble por Rancas, la magnífica obra de Manuel Scorza.         

El cuento de cierre El guardián de Paccayura, es la narración más maravillosa de cuantas existen. Es la más densa de todo el libro por el nivel de lenguaje que utiliza. Pues el sustrato quechua y el interlecto son los elementos lingüísticos predominantes que, a primera vista, salen a la luz cuando nos adentramos en su lectura. El narrador personaje de solo 15 años, nos describe un mundo complejo propio de la cosmovisión andina y sobre ella se teje una trama que cuenta la historia de la muerte de los padres del personaje a causa de un inminente fenómeno natural provocada por la crecida del río principal de Paccayura. La filantropía y el profundo sentimiento humano confluyen en el trasfondo de la narración, pues, como dice el mismo narrador personaje: “Mi misión es cuidar al pueblo de las desgracias y de toda maldad” idea que ratifica el mensaje acuñado en el título del cuento. 

En la parte final, podemos apreciar lo peculiar de la técnica narrativa manejada en el cuento, pues, ésta nos revela que los entretelones de la historia nos la narra el alma desolada de un hijo que fue víctima de la ferocidad del mismo río que se llevó a sus padres.

3.    APRECIACIÓN CRÍTICO-VALORATIVA

Al finalizar esta breve apreciación, quisiéramos expresar nuestra satisfacción por el texto que venimos comentando. Ciertamente, en su lectura, asistimos a una sesión de experiencias que se desarrollan en un contexto rural del Perú profundo, lo que refleja que la fuente de inspiración literaria en los andes no está agotada como muchos exegetas sostienen y, que ahora, toda la atención del escritor debe trasladarse a describir las peculiaridades de las grandes urbes con un criterio globalizador. Contrariamente,  los acontecimientos que se narran en el texto de Palomino, seguirán siendo un rico motivo e insumo para la pluma de un escritor perspicaz que observa y vive en contacto con la realidad de un país disímil que económica, política y socialmente anda fracturado. Como respuesta se contraponen los pormenores de un mundo sostenible, complejo y esperanzador, a la vez, pues, consideramos que los espacios geográficos del campo y la ciudad ocupados por los personajes que se desenvuelven en las diferentes historias del libro, son el fiel reflejo de los ideales de las generaciones de hombres y mujeres que apuestan por condiciones de una existencia más digna en la sociedad. 

Pero, según avanza el gran desarrollo en las urbes, el riesgo de vivir en un mundo feliz se agota. Mientras en el contexto rural andino renace una esperanza de vida relacionada con el Allin Kawsay, o el buen vivir, poco conocida y valorada por las sociedades alienadas que lo único que hacen es depredar nuestro hábitat. Es más, ni el recurso educativo pareciera ser la herramienta eficaz para la solución del problema y permita construir un mundo más esperanzador. 

Por lo mismo, creemos que el manojo de relatos que nos entrega Niel Palomino, tiene la implicatura literaria de concientizar al lector invitándolo a internalizar las hazañas y vivencias de los personajes que inteligentemente ha creado para hacernos deleitar, pero, a la vez, alcanzarnos un mensaje subliminal que imprime su matiz didáctico conminándonos a despertar, en el prójimo, los mismos sentimientos que hoy nos embargan.

Finalmente, maestros, aficionados y estudiosos de la literatura quedan invitados a leer este libro y, por supuesto, a generar más puntos de vista desde una perspectiva multidisciplinaria.      

Publicado en el diario El Matutino. Cusco, agosto de 2016.